domingo, 16 de diciembre de 2012

Día 6 (parte II)

El mango me había devuelto la vida.

-Necesitabas azúcar, eso pasa -me dijo Mak. Posiblemente fuera cierto, porque pese a mi dolor de estómago, el mundo entero parecía un lugar mejor.

Me aseé y cambié de ropa, sorprendiéndome a mí misma de mi recién aprendidas habilidades para lavarme el pelo con un cubo de agua sin empapar todo el suelo, y después salimos para hacer una visita a la aldea. Muchos de los niños de nuestra escuela viven allí, y queríamos echar un vistazo.


Las vistas eran impresionantes. No hay palabras que puedan hacerle justicia. Conforme llegábamos a las aldeas, las mujeres y los niños salían de las casas y nos observaban curiosos. Algunos se acercaban a nosotros y nos pedían que les sacásemos fotografías. Todos querían posar, pero también querían que les diésemos las fotos. Nos costó hacerles entender que eran digitales, y nos daba mucha pena. 

Las fotos que pongo ahora no son mías (¡qué más quisiera!), son obra de Fanny, mi compañera de aventuras venida desde Bruselas. Disfrutad, no hay palabras.






(El templo de la aldea, donde nos bendicieron con un puntito rojo en la frente. Si estás casada, te pondrían uno amarillo, pero ninguna de las presentes había pasado ya por el altar...)



Fábrica de leche, principal mecanismo de supervivencia de la aldea. Lo distribuyen por Bangalore.

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