jueves, 9 de agosto de 2012

Día 3


Hoy empezaba la orientación, decían. Pero, como era de esperar, un "no problem" de Mr.Ganesh nos ha hecho saber que se posponía de nuevo. Por suerte, hoy ha sido un día de sorpresas.
En la habitación del chico de Bangladesh ha aparecido en medio de la noche una nueva inquilina: Isa, que es española. Es inevitable sentirme un poco más como en casa.
Después del desayuno, al que poco a poco nos vamos acostumbrando, Isa, Kacper, Mak y yo decidimos ir al parque nacional de Bangalore, con toda la intención de matar el tiempo. Por suerte, la mujer de Ganesh se ofrece a acompañarnos. En su momento no somos conscientes, pero después de la odisea a la que nos sometemos para encontrar el autobús adecuado, nos damos cuenta de que sin ella jamás habríamos llegado a nuestro destino.
El autobús recorre Bangalore y se aleja a las afueras. Barkhi, la mujer de Ganesh, señala por la ventanilla y me dice "ahora empieza el Silicon Valley", y poco a poco van apareciendo pequeños paraísos, hoteles y SPAs que parecen sacados de un universo paralelo. Cuesta creer que tan solo lo separen unos kilómetros de la ciudad caótica y sucia en la que hemos pasado estos dos días.
Unas horas después, llegamos al parque nacional, y pagamos una tarifa de safari. No tengo mucho más que contar de esto. No me gusta demasiado ver a los animales si es en cautividad (aunque se trate de un parque natural repleto de comodidades), así que tampoco me emocionó demasiado la experiencia. Aunque debo reconocer que la visión de un tigre blanco me dejó sin aliento.
Tras el viaje, Barkhi nos invitó a un zumo de caña de azúcar, y aprovechamos para tomarnos un coco. Tan solo valen 15 rupias, y el precio nos resulta tan ridículo que nos provoca ganas de tomar fruta todo el día.


Barkhi es realmente dulce. A veces nos sentimos algo cohibidos ante la generosidad de los hindús. Sabemos -y saben- que tenemos un mayor nivel adquisitivo, pero nada les frena a la hora de ofrecer y regalar. 
-En la India creemos que el invitado es un dios -me explica Barkhi, con una sonrisa. 
Ahora estoy tumbada en mi cama, agotada. Escribo despacio y parando ante cada frase para bostezar y echar un vistazo al televisor que tenemos Kacper y yo en la habitación. No tardaré en caer rendida. Debo escribir el diario a una hora más temprana. 

Mañana, dice Ganesh, tenemos orientación. A estas alturas, es una planificación que ni siquiera yo me tomo demasiado en serio. Creo que es hora de practicar mi Indian Bobble, para poder ejemplificar exactamente mi estado de ánimo al respecto: "te estoy oyendo, ajá, mañana orientación, ajá". 


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